Era la Navidad de 1905 cuando la hija de Käthe Kruse, Maria, también llamada "Mimerle", pidió una muñeca como regalo de Navidad. Anhelaba una muñeca que pudiera abrazar, abrazar y cuidar, una muñeca como un bebé de verdad. Su padre, el famoso escultor Max Kruse, fue a todas las tiendas de Berlín para encontrar una muñeca así, pero todas las muñecas que vio eran rígidas y frías muñecas de porcelana. Pensó que tales muñecas nunca podrían despertar sentimientos maternales en su hija y por eso le dijo a Käthe Kruse que diseñara su propia muñeca. Inspirada por el amor de su hija por la primera muñequita, Käthe Kruse decidió desarrollar sus habilidades para hacer muñecas y siguió creando muñecas para todos sus hijos. ¡En ese momento, ella nunca hubiera soñado que este era el comienzo de una carrera mundial!
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